La película de Jodorowsky que estuvo escondida 30 años

2010 | LUN | Diciembre 2010

“La montaña sagrada”, la cinta que financió el mánager de Los Beatles

El filme, lleno de mutilados, desnudos, drogas y ritos iniciáticos, se exhibe por primera vez en Chile el próximo sábado en el Festival In-Edit.

Un alquimista rapa con una máquina eléctrica las cabezas de dos mujeres desnudas; un hombre yace tirado en la tierra mientras un enjambre de moscas se da un festín con su cara; un minusválido abraza a un ladrón después de que éste se salva de un apedreo; una pequeña matanza se lleva a cabo en un centro cívico y de los cuerpos agujereados surgen aves y sangre azul. Esto es sólo parte de los primeros 10 minutos de “La montaña sagrada”, la película menos vista de Alejandro Jodorowsky y la más querida por él. Fue estrenada en 1973 en el Festival de Cannes y luego se fue derechito a un depósito donde estuvo guardada por 30 años, hasta que el 2003 fue rescatada y remasterizada. Este sábado 11 a las 23.15, en medio del Festival In-Edit, será exhibida por primera vez en Chile en el Centro Arte Alameda.

Andrea Chignoli investigó sobre el cine de Jodorowsky para su tesis en el Master of Fine Arts en la Universidad de Columbia, en Nueva York. Su profesor guía conocía a Allen Klein, el productor estadounidense de Jodorowsky, y le pasó los datos de Andrea para que participara en la restauración de “Fando y Lis”, “El topo” y “La montaña sagrada”

Pero Allen Klein había entrado en la vida de Jodorowsky mucho antes, a principios de los 70, cuando él fue a presentar “El topo” a Nueva York. “Alejandro siempre ha admirado el cine clásico norteamericano y su industria. Cuando fue a venderla, la vio John Lennon, que se enamoró de ella. Klein era el mánager de Lennon y el mánager histórico de los Rolling Stones”, cuenta la mujer que estará a cargo de la presentación del filme y que también figura como co-productora.

Lennon le dijo a Klein que le gustaba y que la comprara porque era algo valioso. Así, John y Yoko Ono la estuvieron presentando a medianoche durante más de un año y medio en su pequeño teatro, el Elgin, donde ellos mismos pasaban sus cortos experimentales. “Se convirtió en algo de culto, había que ir a verla. La gente se sabía los diálogos de memoria”, cuenta Chignoli.

El negocio con Klein incluía financiar la próxima producción, una cinta carísima para la época. “Lo apoyó mucho en todo el proceso de ‘La montaña sagrada’. Cuando se estrena en Cannes, Klein le dice ahora hagamos la tercera , que iba a ser una versión de ‘La historia de O’”, una adaptación del libro erótico de Anne Desclos”. Jodorowsky se entusiasmó, pero luego todo se fue al carajo. El hombre nacido en Tocopilla estimó que no era lo suyo. “En ese momento daban ‘Garganta profunda’ y había un interés por las películas erótico/artísticas. Alejandro entró en crisis con el proyecto y lo abandonó. Ahí se generó la ruptura entre ellos y por eso Klein lo maldice: le dice tu obra va a quedar guardada en una bodega y nadie la va a ver . Eso fue al poco tiempo del estreno, lo que explica por qué se ha visto poco en todo el mundo.

El reencuentroMientras Klein guardó la película en una bodega por 30 años, pasaron varias cosas. Empezaron los juicios, al tiempo que Jodorowsky se consiguió una versión que había en México y la empezó a distribuir en forma pirata. Los japoneses, por otro lado, hicieron unos laser discs en los 80. El juicio duró más de diez años, complicado porque toda la legislación del derecho de autor en Francia difiere de la del resto del mundo. Allá por más que un productor se la haya comprado a alguien, la obra es inalienable. “En un momento, Jody Klein, el hijo, contacta a Alejandro y se juntan en Londres en 2003. Luego se ven con Allen y se reencuentran. Él dice que vio a su maestro, a un Jedi. Sacaron las fotos de los nietos y todo el conflicto se disolvió en segundos. Ahí llegaron a un acuerdo de restaurarla y hacer un box set en DVD con ‘Fando y Lis’, ‘El topo’ y ‘La montaña sagrada’”, relata Andrea.

Precisamente en esa época, en 2004, ella se sumó al proyecto. “Se corrió la bola y Cannes se interesó, así que tuvimos que restaurar para DVD y cine. Para el 2006, en Cannes se mostró en la playa en una pantalla. ‘Time out’ dijo que lo más loco de ese festival fue estar paseando por ahí y toparte con imágenes de niños mutilados y sangre a vista de todos”, explica.

Ahora quienes controlan los derechos de la película son los dueños de ABKCO, la empresa del fallecido Allen Klein. Su hija Robin le pidió a Andrea que presentara la película en Chile. “Alejandro está dichoso que la película se vea lo más posible. De hecho, estaba frustrado porque ninguna distribuidora se interesaba en Chile. Él adora Chile, le tiene un amor bien impresionante, porque estuvo muchos años sin venir. Dice que es el país más Feng Shui del mundo y tiene todas unas teorías”, agrega.

Buscando la interpretación que tanto descoca a muchos, la montajista tiene la suerte de haberla oído de la boca del mismo Jodorowsky. “Su intención y fundamento teórico no era sólo surrealista, ni hiperestético, ni de género. Él quería transformar a todos los que estaban trabajando con él. Era un experimento espiritual. El trabajo con los actores iba desde la elección para que cada personaje tuviera algo de sus cualidades. Por eso se filmó en forma lineal y cuando están haciendo esos rituales con drogas alucinógenas, realmente estaban bajo sus efectos. Hay un afán de experiencia mucho más profundo a nivel de proceso de rodaje”, cree.

Ni que fuera leso, el director estableció una cláusula que le hizo mucho más placentero el rodaje. “Tuvo romances con todas las actrices que aparecen ahí y eso era parte del contrato. Él lo cuenta así, abiertamente. Decía que ellas se iban a someter a todas las etapas y pruebas, que podían incluir tener un romance con él, y es bien específico en decir que no con los hombres. Su mujer también trabaja. Es la payasa, Sel de Saturno, la que hace juguetes de guerra”, revela Chignoli.

El final original exhibía a los nueve elegidos alcanzando la inmortalidad, pero Jodorowsky tuvo un accidente durante el rodaje: se cayó subiendo un cerro y estuvo a punto de matarse. Eso le cambió todo. “Ahí se dio cuenta que estaba llevando muy lejos la aventura. Por eso quiso mostrar que era una representación y tiene ese cierre transgresor para la época, con él gritándole al camarógrafo zoom back camera¡ ”, confiesa.

Y todo tiene mucho sentido cuando se oye reflexionar al mismo Jodorowsky. “El único arte que me interesa es el que sana. Si no sana, no sirve. La obra artística tiene que darte ganas de vivir y, esencialmente, ganas de crear tú mismo: el arte sano engendra émulos”.

Klein lo maldice: le dice “tu obra va a quedar guardada en una bodega y nadie la va a ver”.

Cortó a George Harrison por no salir en cueros

Para el papel principal de la película, el del ladrón, Jodorowsky estuvo a punto de fichar a uno que hubiese sido un batacazo mundial: nada menos que George Harrison, el Beatle. En el mítico Concierto por Bangladesh, lo conoció a él, a Lennon y a Ringo Starr. El mismo Harrison le propuso ser parte del proyecto. Pero todo se pudrió por una escena.

“Me dijo que le encantaba el papel de ladrón, pero que había una escenita que no haría: aquella en la que el alquimista le limpia el trasero al ladrón y en pantalla se ve el ano junto a un hipopótamo”, le contó el mismo director a “Clarín”. Jodorowsky contraatacó: “Le dije que para mí mostrar el ano de un ser mundialmente célebre era una lección de humildad maravillosa y él dijo ‘cámbielo’ y yo le dije ‘no’, y lo rechacé. Perdí millones, pero no pude sacrificar esa escena”, agregó, quien hoy admite que antaño no tenía ningún criterio de realidad.

Dijo que los cortos de Lennon eran una lata

John Lennon no sólo le dio dinero a Alejandro Jodorowsky, sino que también su amistad. En un momento, cuando estaba filmando “La montaña sagrada”, llegó un periodista a entrevistarlo y él no encontró nada mejor que largarse a pelar a la mitad compositora de Los Beatles.

“Alejandro le dijo al periodista que sus cortos eran una lata, un absurdo, y obviamente ahí la relación quedó un poco fracturada. Ahora, hace dos meses, hubo una retrospectiva de su obra visual en el Museo de Nueva York, y Robin Klein con Alejandro fueron a ver a Yoko Ono. Ahí se reencontraron después de mucho tiempo. Yo hice las entrevistas que van el DVD remasterizado y ahíél reconoció que se le había pasado la mano, que había sido mala onda”, dice Andrea Chignoli.